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la biblia de las brujas
Era sensacional con respecto al estigma que le imponía a la brujería como “peor crímen que la herejía” y en su destacable ánimo contra el sexo femenino. El tema empezó a llamar la atención rápidamente; incluso en el planeta letrado. Ulrich Molitoris publicó uno o un par de años después la obra “De Lamiis” la que, si bien no estaba según las representaciones más extravagantes fabricadas en el “Malleus”, no cuestionó la presencia de las brujas.
Al final del siglo XVII la persecusión empezó a debilitarse casi en todas partes. La tortura fue abolida en Prusia en 1754, en Bavaria en 1807 y en Hanover en 1822. El último juicio por brujería en Alemania fue en 1749, en Würzburg, aun cuando en Suiza, en el canton protestante de Glarus, en 1783 se ejecutó a una niña gracias a esta ofensa.
Árbol De Las Brujas
La oportunidad de encuentros carnales entre humanos y demonios, lamentablemente, era aceptada por muchos de los grandes investigadores; incluídos, por servirnos de un ejemplo, Beato Tomás de Aquino y San Buenaventura. Este libro está que se dedica al primer aspecto, el/la Wicca como religión, expresado ritualmente.
Las víctimas de los inquisidores – por ejemplo en Heidelberg o en Savoy – no semejan haber sido muy varias. El crímen de brujería durante este periodo en Francia frecuentemente se designaba como “Vauderie”, Walderismo, debido a una aparente confusión con los seguidores del hereje Pedro Waldes. Pero esta confusión entre “hechicería” y una forma particular de herejía se encontraba destinada, lamentablemente, a colocar a un más grande número de personas bajo el receloso escrutinio de los inquisidores.
- Un artículo meticuloso de Legge en el “Scottish Review” (Oct., 1891) estima que a lo largo de los siglos XVI y XVII “fallecieron 3400 personas”.
- Estos han sido algunos de los propósitos primordiales a los que le ha servido la brujería durante casi todos los periodos de la historia del hombre.
la biblia de las brujas
Como hemos visto, la representación de las brujas se fué convirtiendo a lo largo de la historia, con una apariencia cada vez más interesante y hasta glamorosa, y con un comportamiento aparentemente cambiado. El clásico de las letras en inglés El fantástico mago de Oz , de Lyman Frank Baum, es un ejemplo importante de esta transición. Las 4 brujas que Dorothy conoce en su viaje por el planeta de Oz son representadas de forma diferente. La Maligna Bruja del Oeste y La Buena Hechicera del Norte contrastan enormemente tanto en fachada como en personalidad. Al paso que la primera tiene una imagen más usual con su piel verde y su castillo obscuro, la segunda se representa como hermosa y amable pero igualmente vigorosa.
Sus entendimientos eran valorados, respetados y considerados esenciales y precisos, pero se les fue desprestigiando y asociando con la iniciativa de que no poseían sabiduría de mujer, sino que un ser maligno les daba poderes, y todo cuanto sabían y practicaban era debido a un pacto con el Diablo. Circe, la hechicera de la mitología griega, era una especie de hechicera capaz de editar a sus enemigos en cerdos. El mundo antiguo fue, ya que, responsable del establecimiento de una sucesión de figuras que ahora asociamos con las brujas. Las brujas fueron retratadas en diversas etnias y de distintas formas. Sus predecesores directos aparecen en la Biblia, en la historia del rey Saúl que consulta a la llamada «hechicera de Endor»; en el periodo tradicional asimismo se podían encontrar unas temibles criaturas aladas con forma de harpías o lechuzas que se alimentaban de la carne de bebés.
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Y al igual que , es vilipendiado por sus maestros, puesto que a Strada el cine solo le interesa como medio para argumentar su fascinación por los rituales y los sacrificios humanos. Strada escoge escapar al “Cinturón de la Biblia”, estados norteamericanos con arraigadas creencias religiosas, donde espera encontrar pistas de una posible supervivencia de los rituales paganos. Una anciana maestra discute con el rabino de una comunidad sobre la naturaleza del Mal. La maestra termina su discurso aseverando que ha conocido gente que, reunida en abstractos aquelarres, invoca fuerzas que llevan sin ser nombradas en la Tierra desde tiempos inmemoriales, desde épocas para las cuales aun el Cristianismo es una religión joven.
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En cuanto a los inquisidores papales y singularmente en Alemania, la Bula anunció más bien el cierre y no el comienzo de sus ocupaciones. Los juicios por brujería del siglo XVI y XVII, en su mayor parte, estuvieron al cargo de manos seculares.
Estos hombres, al ser arrestados y también interrogados, afirma Agobardo, fueron persistentes en asegurar su culpa aun cuando lo absurdo de esta confesión estaba de manifiesto. Bajo el Imperio, en el siglo tercero, el castigo de quemar vivo era llevado acabo por el Estado contra brujas que provocaban la muerte de otros a través de encantos (Julio Pablo, “Sent.”, V, 23, 17). La legislación eclesiástica prosiguió un curso similar pero bastante menos severo. Los males que padece la raza humana son fruto de su apertura al demonio por el pecado. La enseñanza de la Biblia, los Progenitores de la Iglesia y la tradición coinciden en que la brujería es real y digna de condenación. Con cierta frecuencia se enfrentó de forma directa con él para reprimir su actividad sobre sus víctimas.