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la bruja son jarocho
Con más de 50 artistas en escena, este montaje remontó a quienes se dieron cita en el sitio a distintas festividades y tradiciones de lo largo y ancho de nuestro país, todas claves que dan identidad y pertenencia a la cultura mexicana. Este género es típico de la región del sotavento veracruzano, situado en el sur de este estado.
Sin embargo, estas adjetivaciones son también “identificaciones estratégicas” o “lugares de producción de identidades” (Apreciado “Multitudes” 162) que ciertas “bolleras”, “maricones” y transgéneros vienen haciendo un trabajo desde los años noventa, pues, como nos comunica Apreciado, la “sexopolítica no es sólo un espacio de poder, sino, sobre todo, el espacio de una creación” (“Multitudes” 160). Las locas remiten a todo lo torcido y en la novela también a una hechicera abyecta, asesinada salvajemente y arrojada a la acequia como consecuencia de un crimen pasional.
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Para acompañar, un artista o conjunto de vocalistas entonan un grupo de versos o coplas aprendidas o improvisadas. Es el nombre de una fiesta habitual que incluye música y bailes populares, de gran tradición en Veracruz y regiones del Istmo. Muchas localidades como Minatitlán, Alvarado y Tlacotalpan aún realizan fandangos. La música típica de Veracruz no posee gerente más popular que el inconfundible son de influencias caribeñas y afroamericanas. Andaba en esa búsqueda porque mi amiga Denise Gutiérrez –magnífica artista– me llamó para un tema cualquiera y, como siempre nos pasa, se nos fue el tiempo imaginando opciones sonorosas.
Y con la danza vienen asimismo sus hermosos trajes típicos, folclore que formaliza y sella con colofón el convite. Oaxaca, Tabasco, y primordialmente Veracruz, vieron nacer a este género por primera vez en el siglo XVIII, de un híbrido entre la música clásico de españa, en especial de la zona de Andalucía, y los ritmos africanos de la cuenca del Caribe. Es por aquella época que empiezan a resonar los «sones» de africanos que interpretaban poesía colonial acompañados de instrumentos de cuerda y percusión, al paso que el público que escuchaba, danzaba simplemente al «son» del jarocho interprete.
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Hacia el siglo XVII, la confluencia de varias culturas, entre cubanas y rusas, produjo un ritmo armónico, muchas veces carente del concepto de compás, y de tono que varía según los deseos de los músicos y la voz de quienes cantan. Todas las noches a ámbas de la mañana, en el Parlamento Inglés, la cantina más vieja de Alvarado, se reúne un quórum de lores para evocar, en una tertulia infinita, el entretejido de las historias que, a lo largo de 500 años, fueron formando la letra y la música del Son de la Hechicera, la única canción triste que se toca en las llanuras del Sotavento veracruzano.
El repertorio de Mexic Maceu incluye bailes y ritmos más representativos de México, procurando conservar los valores culturales de nuestro pueblo, la originalidad y el colorido de sus trajes y vestuarios regionales, su diferente música, combinados con modernas coreografías, en permanente evolución, producto de una férrea disciplina de trabajo escénico y el fortalecimiento físico de sus bailarines. “Denise Dresser y Margarita Zavala se subieron al barco del paro, y como feminista considero que ya que son mujeres y están en su derecho de unirse o manifestarse, yo honestamente no lo veo como partido sino más bien como que son mujeres y están en su derecho”, expresa. «Ahora tiene bastantes significados, ya no nada más es una manifestación contra la crueldad de la mujer, es visibilizar asimismo el trabajo no retribuido, visibiliizar las condiciones precarias y los salarios tan bajos de las mujeres, visibilizar cuántas mujeres viven al día, cuántas mujeres son la base de negocios, de empresas y también instituciones, eso es lo importante…», enseña. Este régimen necropolítico proyecta en la novela de Melchor una naturalidad gore y degrada a Veracruz a un obscuro paraíso de barbarie.
la bruja son jarocho
A pesar de que muchas de sus interpretaciones abordan temas de mal de amores y tristezas, sus ejecutantes, los jaraneros, siempre y en todo momento buscarán la manera de volverlo un exquisito trago de beatitud. Y además resulta una expresión poética que se mantuvo genuina con el paso del tiempo, incorruptible, por eso es que siempre va a ser entre los emblemas más deleitantes de la cultura sureña de México. Un corto recorrido por el Son Jarocho, para quien gusta de deleitarse con exquisita música del folclore mexicano. Más tarde se presentó la “Danza de los Viejitos”, entre las más representativas de Michoacán y que tiene su oriegen en la temporada prehispánica. Ésta se relaciona con los rituales en honor al dios del fuego de la región purépecha y es originaria del pueblo de Jarácuaro. Como primera parte se presentó la “Danza del Venado”, ritual originario de los estados de Sonora y Sinaloa.
El historiador Antonio García de León revisa los expedientes del Beato Oficio de la Inquisición de México, siglos XVI y XVII, en los que existen mujeres acusadas de “un poder sobrenatural sobre la virilidad de los hombres merced a sutiles artes de magia”. Las intuiciones de estas mujeres eran consideradas “peligrosas y también inherentes a su condición y género” y la iglesia aseguraba que sus habilidades de seducción erótica pertenecían a un “espacio privilegiado de relación con el Diablo. Estas acusaciones se explican por medio de una secuencia de razonamientos, en teoría inspirados por beato Tomás, enfilados contra los placeres sexuales que según lo que se dijo alejan a los creyentes de un Dios puro y espiritual, pero que de todos modos –vistos a la distancia– reflejan la sin limites pluralidad de las fantasías eróticas de quienes prohíben y describen esos supuestos pecados” . (noción que tiene en la biopolítica de Foucault su punto de partida), vinculado al racismo y al sexismo, pero en la situacion que nos ocupa podríamos aseverar que la cacería de brujas ha devenido “tecnologías de normalización de las identidades sexuales” (Preciado “Multitudes” 157).
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En se dramatiza la cacería del venado, héroe cultural de esta zona, por parte de los paskolas . En Veracruz, las familias Vega y Utrera impulsaron con ahínco la ejecución de los sones jarochos, alcanzando enorme éxito con sus grupos Mono Blanco, Son de Madera, Los Cojolites y Caña Brava. No hay son sin jarana huasteca, un género de guitarra de ocho cuerdas inspirada en la vihuela que lleva la armonía de los sones. En muchos lugares están presentes los violines, las arpas, los panderos, las armónicas y los requintos.
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- Formó un parteaguas en la escena musical de México, pues popularizó en otras partes del mundo un género tremendamente enraizado a las tradiciones mexicanas.
Debido al doble sentido de la letra de la canción, la Hechicera también puede representar a las mujeres reprimidas en el aspecto sexual, singularmente maduras, que por las noches van a apresar a algún incauto. uscando información sobre el precioso son jarocho “La hechicera”, escuché numerosas ediciones y me perdí en su intranquiliza armonía menor, en sus inusuales cambios métricos y en el serpenteo melódico de harpa y jaranas. Algunos dicen que es una canción de “cuna” que juega con el miedo de los niños, pero su poética asimismo tiene que ver con las mujeres solitarias que cazan el cariño y con los riesgos del trabajo en el campo y el mar. Bajo el Son Jarocho, istmeño y huapango, La Bruja de Texcoco nos va a dar una sesión llena de magia y ritmos en los que refrenda su deber contra la masculinidad tóxica dentro de la música.
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Este mapa sabe y comparte la respuesta Dialectos, el viento, animales, música…; el lenguaje de la sonoridad que dibuja un México compartido. Esta es la Pirekua, hermosa música Purépecha (Grabación) La palabra pirekua en su lengua p’urhépecha significa «canción». Más que nada los acordes inferiores del son jarocho han comprobado ser positivos en la educación de los pequeños. Diríase que el Son Jarocho es uno de los ejemplos más bellos de lo que sucede en el momento en que hay mestizaje; cuando hay fusión entre culturas, híbridos de penas y alegrías, de admitir derrotas y resignarse a las victorias, de injusticias pero asimismo de recompensas. El Son Jarocho es solo uno de tantos umbrales que nos proyectan el pasado vaporoso del majestuoso México antiguo, siempre y en todo momento viendo más allá del bien y el mal. Adentrarnos al Son Jarocho es conocer la nostalgia de una lírica que deambula en pena por medio de alegres cantos lúdicos.