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En la Facultad Autónoma de Bellaterra, José Martínez Gázquez trata de la importancia de la Astrología en Roma, cuya incidencia en diferentes campos destaca. Profesor entonces de la Universidad de Extremadura, Francisco Lisi examinó distintas contenidos escritos platónicos, poniendo de manifiesto la conexión de los fenómenos astronómicos con la ética y la política que, vistos en la actualidad, tienen una visión netamente astrológica. En la Facultad de Granada, José Luis Calvo Martínez incide en el papel fundamental de la Astrología en el desarrollo sincrético religioso y cultural que tiene lugar en la temporada helenística. Desde la Facultad Nacional de Educación a Distancia, Eloísa Llavero Ruiz tradujo y anotado la obra árabe compuesta por el sabio Said al-Andalusí, a mediados del siglo XI en la España musulmana, con introducción y notas de Andrés Martínez Lorca .
Desde la creación de la Sociedad de Jesús ha existido el prejuicio de que los jesuitas fueron fanáticos contrincantes de la modernidad, que su ciega adhesión a la escolástica y al dogma católico los alentaba todo el tiempo a tapar la “verdad”. El juicio de Galileo -la persecución científica más célebre-, ha sido achacada a las maquinaciones de los jesuitas.
Curso De Astrología Tomo Iii
Una exclusiva metodología intelectual modificaba los conceptos sobre el planeta, amenazando la cosmología medieval y la ortodoxia religiosa. Estas nuevas ideas, ahora fueran laicas o religiosas, eran excluidas hasta donde era viable del nuevo planeta. Entre los autores convocados en Libra encontramos a Bayle, Caramuel, Chiaramonti, Copérnico, Descartes, Gassendi, Grassi, Hevelio, Kepler, Scheiner, Kircher, Brahe y otros varios.
Don Carlos De Sigüienza Y Góngora, Un
López Piñero, José Ma., Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII, Barcelona, 1979, partido popular. , citado por Moreno Corral, Copérnico y el …, op. cit., partido popular. 59-60. Israel, Jonathan I., Raza, clases sociales y vida política en el México colonial, , FCE, México, 1980, p. 86. Sigüenza y Góngora, Carlos, “Informe de don Carlos de Sigüenza y Góngora sobre el castillo de San Juan de Ulúa”,en Leonard, I. A., Don Carlos de Sigüenza y Góngora, un sabio mexicano del siglo XVII, FCE, México, 1884, apéndice C, p. 278. Jaime Franck era un capitán de infantería de alemanes, procedente del ejército de Cataluña y muy versado en la ingeniería de fortificaciones. Carlos II lo nombró capitán de caballos en Nueva España, solicitado de llevar a cabo las reformas primordiales al fuerte. Tuvo éxito y en tres años logró consolidar lo que sería entre las mejores fortalezas de Nueva España.
En su carácter de clérigo logró el favor del arzobispo Aguiar y Seijas, a quien sirvió como capellán del hospital del Amor de Dios y limosnero arzobispal. A lo largo de toda su vida, Carlos de Sigüenza y Góngora practicó asiduamente lo que el llamó la “cortesana política” de “tener grata con sus estudios” a una variedad de predominantes valedores. En la Nueva España barroca la educación académica y buena parte de la actividad literaria se circunscribían al campo corporativo de los institutos y la universidad, instituciones dominadas por el Estado eclesiástico en sus ramas secular y regular. Además de esto, el prestigio que confería la pertenencia a la corporación avasallaba a no pocos espíritus independientes. Don Carlos no dejó de lamentar jamás su expulsión de la Compañía de Jesús , por más que de sus integrantes recibió toda clase de desaires (s us erradas tentativas de reingresar a la Compañía , su polémica con el padre Kino y sus discusiones historiográficas con Francisco de Florencia).
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Este cometa, que fue visto también en Europa, produjo estallidos de superstición en varios países como Inglaterra, Francia y Alemania. Véase Robinson, J. Howard, The Great Comet of 1680, a Study in the History of Rationalism, Northfield Minn., 1916. Tras la desaparición, el alma se sumergía nuevamente en el intelecto agente común a toda la raza humana. Tiendo a estar de acuerdo con Crombie y con Grant, y no con Koyre, con relación a el tema de la continuidad en el desarrollo de la ciencia desde la Edad Media hasta la Revolución Científica. González Casanova, Pablo, El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVIII, El Instituto de México, México, 1948. Don Carlos no pertenecía de manera oficial a la Compañía de Jesús, ya que fue expulsado siendo seminarista por mala conducta.
El desarrollo intelectual en el mundo Occidental, que culminó con la “revolución científica” del siglo XVII, se aceleró a partir de la recuperación de fuentes greco islámicas en los siglos XII y XIII, en los centros de traducción de Toledo y Sicilia. Para la gente del medievo, el conocimiento del Corpus Aristotelicum abría las puertas al conocimiento de visualizaciones, reflexiones y teorías completamente nuevas que ofrecían una interpretación de la verdad que sobrepasaba por mucho a algún filosofía medieval.
- Mas adelante titula el capítulo (§133) “El ateísmo no necesariamente transporta a la corrupción de la moral”.
- Una por cierto fue aprender que la gloria de Dios y el ansia de conocimiento, además de compatibles, eran complementarias.
Mediante su hallazgo de las lunas de Júpiter, Galileo pudo ofrecer a Cósimo de Medici las estrellas Mediceanas y así extender las pertenencias de Cósimo para integrar los cielos pero no los estados vecinos. Del mismo modo, el apoyo de Cósimo al copernicanismo galileano señalaba una independencia cultural pero no política de Roma. Pumfrey y Drawbarn proponen que las colecciones de historia natural estudiadas por Findlen en su Possesing Nature daban a conocer de forma ostentosa la flora y fauna que el príncipe poseía sin estar especialmente preocupado con su capacidad utilitaria y la oportunidad de explotarlo.
II, INAH, México, 1997, p. 149, y Moncada Maya, José Omar, Ingenieros militares en Novedosa España, UNAM, México, partido popular. 23-24. Trabulse, Y también., “La obra científica de don Carlos de Sigüenza y Góngora”, en Mayer, Homenaje, p. 101. Si bien no se conoce con precisión la fecha en que se concedió este honor a don Carlos, I. Leonard la calcula con base en una carta mandada por Sigüenza al conde de Moctezuma, escrita en 1699, mentando que el nombramiento fue hecho en 1680. Don Carlos de Sigüenza y Góngora, a Mexican Savant of the XVII Century, University of California Press, 1929, p. 75. Findlen, Paula, Athanasius Kircher, el último hombre que lo sabía todo, Routledge, Nueva York-Londres, 2004. A. Leonard en Don Carlos de Sigüenza y Góngora, a Mexican Savant of the XVII Century, University of California Press, Berkeley, 1929, p. 57.
Él mismo escribió comentarios a los Fundamentos de Euclides y a la Esfera de Sacrobosco, aparte de sus libros de enseñanza en aritmética y algebra. Todo esto es esencial en este trabajo, por la cercanía de don Carlos a los jesuitas. La visión de Descartes produjo la doctrina de que todo conocimiento, tanto pasado como futuro, debía elaborarse en términos de razonamiento matemático. De esta manera es como Descartes ofrece a los intelectuales contemporáneos que dejaran de fiarse tan de forma ciega de las ideas antiguas y empezaran nuevamente a intentar argumentar la naturaleza por medio de un esquema científico deductivo. En otras expresiones, las matemáticas dejaron la unificación de diversos conocimientos de la física, permitiéndole a Newton hacer una exclusiva descripción del Cosmos basada en leyes físicas analizables por medio de las matemáticas, que ofrecían soluciones certeras a problemas.
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Séneca no explicó cuál era la naturaleza de los cometas, sino dijo que el hombre todavía no tenía la forma de ofrecer esas explicaciones, y que “algún día vendrá en que un hombre encontrase y demostrara exactamente en qué zonas tienen los cometas sus órbitas, por qué se mueven tan lejos de otros cuerpos celestes, qué tamaño tienen y de qué tipo son”. En una carta a la duquesa de Albeiro y Arcos, su protectora, escrita seis o siete meses después de su salida de México, le dice que escribió un pequeño libro sobre el cometa de 1680 y que dejó ciertos cientos de copias con el padre Francisco Castro. Kino le pide que dé doce al padre Pedro de los Escuderos en Sevilla, y que otra doce se destine a Roma para su distribución entre populares de la Ciudad Eterna. Esto quiere decir que el tiraje pudo ser parcialmente alto para la temporada y el género de libro en cuestión, singularmente si se tiene en cuenta que sería leído por un conjunto selecto de lo que hoy llamaríamos intelectuales, tanto laicos como religiosos.