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tratado de medicina oculta y magia práctica
Kalusuanga prueba primero el valor del invocador, y se hace aparición gigantesco y horrible para probar al acólito. Si éste fuese valeroso, será instruido en la ciencia sagrada de los «Mamas». Kalusuanga, el Dios primitivo de la luz, el enorme Profesor del Sol, tiene un depósito de sabiduría esotérica en el templo de «Buritaca», sede de la sabiduría vieja (Costa Atlántica). Hasta la actualidad solo habéis oído charlar de los Profesores asiáticos y europeos. Muchos alumnos espiritualistas desearían progresar desde adentro, pero no tienen la posibilidad de por el hecho de que no han encontrado el sendero que les forma parte, su rayo y tónica propios, que estén según con su sangre y su psiquis.
En el momento en que el hombre ha creado en su constitución humana ese poder del fuego, entonces ya es médico auténtico, ungido por Dios. Así el «ÍNTIMO» Divino se expresa a través del Ungido, y realiza pasmosas curaciones. El 50% de los consultorios médicos, sin pecar por exageración, son prostíbulos disimulados. Llegó la hora de volver a la Naturaleza, de retirarse a los campos, de que se aprendan las enseñanzas que doy en este libro. Y allí, en la paz profunda de los bosques, a semejanza de los santuarios del Tibet y de la Sierra Nevada de Santa Marta, fundar planteles de sabiduría médica. El transitorio poder de la medicina alopática, ríndese ante la avalancha del dolor humano.
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El estudio de las plantas versa sobre sus elementales y sus poderes ocultos. Trece años estudian medicina los médicos Arhuacos y 12 años es el mínimo de los médicos Lamas del Tibet. Usando de esa clave van a poder los acólitos «salir» de su cuerpo físico toda vez que lo deseen, y asistir en cuerpo astral a los templos del Rayo Maya para recibir normas de sabiduría médica. Los médicos indios curan, y muchas de sus curaciones son instantáneas, por el hecho de que saben, desde tiempos remotísimos el acertado manejo de los elementales.
Tiene una gran cantidad de fórmulas y métodos logrados por el V. M. Samuel Aun Weor de entre las supones de la selva, de las montañas y de los valles, de los Santuarios de la sabiduría Esconde, para curarnos de nuestros padecimientos y anomalías de la salud. Las ramas de la medicina son los nombres con los que se conocen las distintas especialidades en las que se divide esta ciencia, encargada de estudiar la vida, la salud y las patologías que afectan al humano y los modos de prevenirlas, diagnosticarlas y tratarlas. Cuando esas pobres madres se muestran en los consultorios pidiendo salud y medicinas, los médicos, con sus falsos diagnósticos, les recetan un sinnúmero de antídotos que, en vez de sanarlas, las enferman más. Desde el instante de nacer, apártase a los pequeñuelos de sus madres pretextando demandas de higiene. Ignoran los médicos que el niño precisa del aura escencial de la madre para el desenvolvimiento de la biología orgánica de su cuerpo en formación. El organismo humano fué transformado por los señores médicos en una fácil «cosa» de experimentación, de ensayo, de prueba. Esta ofensa por el cuerpo de nuestros semejantes, reside en el desconocimiento de los vehículos internos.
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Erasmo Darwin afirma en su «Jardín Botánico» que la planta tiene alma. Hemos de rememorar que hombres tan ilustres como Demócrito, Anaxágoras y Empédocles, sostuvieron la misma tesis antes que aparecieran en el mundo esas falsas luces de la civilización moderna. El folclor; la crónica de la magia y de la brujería; Los relatos comprobados de homicidos y muertes a distancia con hechicería, sólo son probables manipulando los elementales de las plantas.
Los médicos gnósticos de la Sierra Nevada de Santa Marta curan la sífilis en quince días. Después de cierto tiempo de práctica, el discípulo se «va a salir» del cuerpo físico, en su astral, y Kalusuanga, el Profesor sublime del Rayo Maya, lo instruirá en sus secretos y le va a enseñar la sabiduría médica. Los santuarios de la Diosa Madre del Planeta, situados en las gargantas de las montañas y los valles profundos, sólo aguardan que el hombre golpee a sus puertas para recibirle y brindarle amor y sabiduría, pan y abrigo. El hombre debe dejar sus ídolos y santuarios falsos de la vida urbana, y regresar al seno de la bendita Diosa Madre del Mundo. En el momento en que el hombre separose de la Naturaleza para aprisionarse en la vida urbana, cayó a cargo de las potencias tenebrosas, y aprendió de los magos de las tinieblas la «falsa ciencia». En este momento, toca al hombre regresar al seno de la Naturaleza para recuperar las posiciones perdidas. La Elementoterapia, enseña al médico gnóstico a manejar los elementos vegetales.
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- El «ÍNTIMO» es nuestro Padre en nosotros, el Alma es el Hijo, y el Espíritu Santo es la fuerza sexual, llamada Kundalini, simbolizada en la culebra.
- Los héroes venerados de la Sabiduría, en compactas y nutridas filas de luz y de gloria, se aprestan a librar la batalla final contra los falsos apóstoles de la medicina.
Cuerpo, alma y espíritu, tienen que transformarse en un universo purísimo y especial a través del que pueda expresarse la majestad del GLORIAN. El SER no es el cuerpo físico; tampoco es el cuerpo vital que sirve de base a la Química orgánica; ni es el cuerpo Sideral, raíz misma de nuestros deseos; ni la mente, organismo fantástico cuyo instrumento físico es el cerebro. El SER no es el cuerpo de la Conciencia, en el cual se basan todas nuestras experiencias volitivas, mentales o sentimentales. Si el cuerpo, el alma y la cabeza están en impecable armonía entre sí, no hay riesgo de disonancias perjudiciales, pero si se produce una causa de discordia en uno de estos tres planos, la desarmonía se comunica a los demás. El médico Gnóstico llevará al enfermo a su santuario de curación, y luego, con el sexto sentido, y con auxilio del clariteleidoscopio, va a hacer el examen orgánico pertinente y dará su exacto diagnóstico. Ignoran los «científicos» que el niño lejos de la irradiación del cuerpo escencial de su madre, enferma, corre el riesgo de fallecer.
El diagnóstico por percusión y auscultación, y el modo perfecto de caminar y desplazarse un ciego, son equivalentes. Emplear el tacto para poderse orientar en un diagnóstico, es completamente inseguro y infantil. Los médicos Arhuacos y Lamas no necesitan para nada de estos anticuados métodos de diagnóstico de la medicina oficial, propios para ciegos. tienen desarrollado el sexto sentido, la clarividencia, y tienen la posibilidad de ver de forma directa las causas de la enfermedad y sus efectos en los cuerpos internos. Los severos estudios de medicina Himaláyica y Trans-Himaláyica, incluyen la ELEMENTOTERAPIA, la OSMOTERAPIA, la anatomía de los siete cuerpos y la astrología y Química ocultas. Todo médico Lama es clarividente, y verdaderamente no se puede ser médico sin ser clarividente. Al finalizar los estudios de medicina, el alumno Arhuaco es examinado por sus instructores en presencia del gobierno de los indios de la Sierra.
En realidad hemos escrito este libro para los que esten cansados con tantas teorias seudo-espiritistas y seudo-esotericas; para los que en verdad deseen ahora de inmediato entrar a los mundos internos; para los que ya esten deseosos de ingresar en el laboratorio de la naturaleza. Se necesitan médicos nósticos auténticos, magos y botánicos reales, gente práctica en cuestiones de medicina y magia. Las milagrosas curaciones a distancia de que hablan los libros sagrados, las hace el médico gnóstico por medio de los elementales de las plantas. El insigne Profesor Paracelso da el nombre de «Silvestres» a los elementales de los bosques y de «ninfas» a los de las plantas acuáticas.