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osas usar mis hechizos contra mi
Como resultado, su análisis puede ser visto como una crítica de la arquitectura actualizada y de su empleo arbitrario de los principios del orden. La crítica de Wittkower se sostiene en el espacio del otro, sobre el siglo XV, para probar su distingue del presente y enfatizar la existencia del pasado que no está presente.
No obstante, más significativamente, es una interpretación del ser e historia de la arquitectura en la manera de un fácil manual dirigido, en su integridad, a los aspectos prácticos de la arquitectura contemporánea. Zevi inició el trabajo en su primer libro Verso un´architettura orgánica en Londres, en el invierno de 1943, con un ruidoso y peligroso acompañamiento de bombas aéreas V-1, en anticipación de la reconstrucción democrática de su país tan rápido como la guerra hubo terminado. Desde el inicio, las ocupaciones de este crítico de la arquitectura demostraron ser una batalla real con una meta dual (político y arquitectónico). Su segundo libro, Saper vedere l\’architettura, se publicó en 1948 y fue como una revisión histórica del criterio de espacio en la arquitectura como unidad. Zevi contrastó el nuevo sentido orgánico con el espacio tridimensional contra todos y cada uno de los otros enfoques que se habían aplicado durante la historia y alrededor del planeta. Con estos trabajos, hacia 1950 él había completado el proceso de formular sus más significantes posiciones sobre la arquitectura moderna y su crónica. Hubo también una segunda razón de porqué el interés de los historiadores del arte alemanes en la narración de la arquitectura fue de importancia decisiva.
La Iniciativa De La Continuidad Histórica Y El Camino De La Arquitectura Banal
Más aún, el hacer las paces con el pasado, nos deja sentir su esencia y el entablar una especie de “jurisprudencia arquitectónica” —en el sentido dicho por Collins— para destacar, por tanto, la práctica del emprendimiento arquitectónico. “Un conocimiento del pasado es de este modo una condición fundamental para una aprehensión válida de los inconvenientes multitudinarios de nuestro tiempo”. Este cambio logró viable la restauración de los valores de las temporadas del pasado —a nivel del pensamiento y de la legitimación de la producción artística sin visibilidad— previo e con independencia de, cualquier enfoque de la manera de las proyectos de los períodos en cuestión; para decirlo de una manera más simple, podrían ser tratados sin forma. El gusto contemporáneo por el racionalismo del siglo XVIII podría ahora estar basado más en los escritos de los arquitectos, artistas y pensadores de la Ilustración, que en la reevaluación estética de las obras arquitectónicas y artísticas del mismo periodo. En su trabajo de investigación, pero en especial en sus ensayos sobre la arquitectura gótica y la perspectiva como forma simbólica, Panofsky contribuyó a este cambio en orientación que de muchas formas, distingue nuestro período del de la primera mitad del siglo XX. Desde luego que no hay duda en relación el reavivamiento del interés por regular las líneas en los años veinte. Aún de esta forma, las líneas reguladoras eran tratadas en ese tiempo como meros “medios” técnicos para supervisar la forma o como una “garantía contra la premeditación” y no tenía alguna conexión de naturaleza simbólica con la sociedad.
No obstante, no he intentado conocer un corpus autónomo en las historias de arquitectura moderna o alguno démarche absolutamente original. Nadie podría subestimar los precedentes fundamentales de Viollet le Duc y Auguste Choisy en Francia, de Jacob Burckhardt y Heinrich Wofflin en Alemania o de Geoffrey Scott en la Gran Bretaña, para nombrar sólo los nombres más populares.
- Determina el chato del funcionalismo, como la obediencia al programa, o sea, al conjunto de funciones al que el edificio ha de ser conformado.
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Para Collins, la arquitectura forma parte al presente, a un presente que está todo el tiempo cambiando como un ser viviente y en evolución. Nos llama a que produzcamos la arquitectura con el saber pleno de esta historicidad y con una actitud crítica y firme al pasado —un pasado que debiésemos saber intensamente antes de usarlo para diseñar. Collins exige continuidad, y también reitera que que el curso del mundo y de la arquitectura, es siempre y en todo momento en dirección ascendiente— una en la cual las invocaciones de la función precedente como prueba de continuidad, como un anclaje importante que va alén de la apariencia de una fisura, para la que, de todos modos, no hay sitio. Esta postura establece la relación recíproca entre un profundo conocimiento del pasado y una definición de los principios escenciales de la arquitectura (teoría). Utilitas, el cual determina que los espacios deberían ser arreglados en la manera más correcta para su empleo, es presentada como un concepto visible en sí y es puesto en segundo lugar. Determina el chato del funcionalismo, como la obediencia al programa, esto es, al conjunto de funcionalidades al cual el edificio debe ser conformado. Collins emplea esta definición para eludir las connotaciones actuales de funcionalismo, singularmente en sus interpretaciones mecanicistas.
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En otros sentidos, los seis componentes de los Re aedificatoria, que para Alberti definieron el campo de la aplicación de sus tres principios seminales —regio , área, partitio (la división del espacio o planta arquitectónica), paries , tectum y apertiones — fueron siempre sujetos a relaciones sociales alterables, estructuras urbanas y técnicas de construcción. Los historiadores de la arquitectura actualizada organizaron su discurso en una trama de nombres, hechos y proyectos que conforman la arquitectura actualizada —su genealogía, su historia, su impacto. Esta trama está compuesta de arquitectos y artistas, de inmuebles y maravillas artísticas, de productos industriales, de guerras y ferias mundiales; está conformada de una mezcla de términos económicos, pensamientos filosóficos, logros científicos, situaciones políticas y relaciones sociales. Y no obstante, en el momento en que leemos los textos como lo hicimos en los capítulos precedentes de este libro, observamos que a pesar de los hechos y de los proyectos compartidos, hay muchos movimientos modernos como alegatos de los historiadores. Desde Kauffman a Pevsner, de Zevi a Benévolo, de Banham a Tafuri, el discurso siempre trata de la misma cosa solo que bajo otro nombre.
La arquitectura, como el suministro de servicios fundamentales para la vida popular y como un deber personal que surge de las necesidades de los individuos, pone la trascendencia de la vanguardia en la práctica para llegar a una nueva concepción de responsabilidades para el beneficio de todos y cada uno de los integrantes de la sociedad. La evolución en el chato B empieza con una sucesión de proyectos y también individuos cuya contribución al surgimiento del movimiento moderno fue positiva, pero no tuvo éxito superando completamente las contradicciones del plano A. Esto fue la meta logrado por el movimiento moderno como el primer movimiento coherente en mostrarse desde el siglo XIX.
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Esta lectura comparativa le dejó detectar tres familias de discursos, por la manera que son manejadas las disertaciones, tomando como base la tipología desarrollada por Algirdas Julien Greimas en su Introduction à l´analyse du discurs en sciences sociales. La primera familia o conjunto de contenidos escritos, los denomina operativosy tienen como propósito establecer una regla. El segundo grupo, los denomina derogativosydifieren del anteriorporque examinan y declaran reglas para no aplicarlas en la arquitectura moderna. La tercera y última categoría, revela una inclinación dirigida a anular cualquier interés en las situaciones antes descritas y la presenta como un discurso propósito. Esta clasificación la efectúa para contemplar una necesidad de distinción y elucidación, sin embargo, Tornikiotis aclara que los diversos tipos de enfoques se traslapan y tienen rasgos comunes, probando cuan difícil resulta proponer distinciones estrictas entre los diversos tipos de discursos enunciados. Tornikiotis repite que busca como propósito constante el análisis estructural que aparece de la discusión entre la historia y la arquitectura que existe en las entrelíneas de los contenidos escritos históricos.
En 1934 fue obligado a salir de Alemania, pero a diferencia de otros reconocidos emigrados de la arquitectura actualizada, él regresó a su puesto en el sector público tras la guerra. El se ocupó en los campos de la educación técnica y la crítica de la arquitectura y publicó libros y colaboró en las más esenciales revistas de su tiempo. En 1933 se vi obligado a dejar de la docencia, pero continuó en Alemania y continuó publicando al canalizar sus intereses en temas históricos inocuos.